Esta vez no me refiero a las de los niños después de clase, sino a las actividades que se programan cada año en los colegios y los institutos para hacer con los alumnos, las visitas, salidas, excursiones...
En los centros escolares existe un Departamento de actividades extraescolares, que es quien coordina y gestiona todas estas cosas. En algunos sitios son muy activos, organizan muchas cosas, y en otros apenas funcionan.
Tengo muy cerca de mí los dos polos:
En el colegio de mis hijos no quieren llevarlos prácticamente a ningún sitio. Los profesores no quieren responsabilizarse de ellos y hacen al final de curso una salida a algún sitio donde haya monitores que se encarguen de ellos.
Esto no era así hace unos años, en que iban a esquiar con ellos, a muchos lugares durante todo el curso... pero ahora mismo los profes no están mucho por la labor, y lo entiendo.
En el lado opuesto está mi instituto, donde las actividades extraescolares son tantas y tan variadas que se solapan unas a otras y a veces los alumnos no pueden ir a todo, no ya por un tema económico, que también, sino porque eso genera en muchos casos un empeoramiento de sus calificaciones.
Últimamente me estoy preguntando por qué esto que os digo resulta tan incongruente.
Quiero decir, a ver si me explico... Si un centro escolar organiza actividades con alumnos, se supone que algunas de ellas pueden ser de convivencia, pero la mayoría de ellas serán para aprender y mejorar temas relacionados con la materia estudiada en clase. Por tanto, una salida con alumnos, una actividad con ellos, podría hacernos perder unas clases, lo cual no es tan importante, pero la materia quedaría fijada para ellos de tal manera que no sería necesario que la estudiaran.
Entonces, ¿por qué las actividades extraescolares están resultando un problema para muchos de mis alumnos, un estorbo para sus estudios? Creo que están mal programadas y no se ajustan al espíritu de lo que debería ser.
Os pongo varios ejemplos reales de este curso, y paso a enumerar algunas actividades que ya se han hecho o se van a hacer en mi centro: viaje de una semana a la nieve; viaje de diez días de intercambio a Francia; viaje de diez días de inmersión lingüística en Inglaterra; viaje de fin de curso de una semana en Roma. Estas están dirigidas a los mismos alumnos. Además: El descenso del Sella; viaje a Salamanca; viaje al parque de atracciones de Madrid; asistencia a exposiciones, obras de teatro en todos los idiomas del centro (castellano, inglés, francés y portugués), visita a las universidades y centros de alrededor para la Orientación académica de los alumnos, jornadas culturales, encuentros literarios con escritores, ciclos de conferencias...
Creo que se me escapan algunos. Bueno, pues os aseguro que conozco el caso de algunos alumnos que el curso pasado fueron a todo. A todo. Y este año llevan camino de lo mismo. Y no pienso en el dinero que cuestan todas estas salidas y viajes, ni en las horas de clase que se pierden, porque podría pasarme meses explicando a los alumnos lo que es el teatro, pero llevarles a ver una obra sería la mejor forma de que lo entendieran.
Sigo pensando que algo estamos haciendo mal. Pienso que los centros escolares nos hemos convertido en cierta manera en una agencia de viajes, que algunos padres descargan la responsabilidad de ir con sus hijos a un museo, a una exposición o a una obra de teatro, y que los lleven los profesores. Pero también pienso que para algunos alumnos es la única forma de ir a ver cualquiera de esas cosas.
Pienso, por ejemplo, en el viaje a Madrid que hicieron mis alumnos al volver de vacaciones de Navidad. La mayoría de ellos, de bachillerato, no habían ido nunca al Prado o al Thyssen, y nunca habían ido a ver una obra de teatro por simple ocio, siempre habían ido en horario escolar con profesores. Les resultó alucinante lo del teatro, una obra con actores reales (algunos de ellos conocidos, por series de televisión y demás) y en directo. Fue lo que más les gustó del viaje.
Me parecen necesarias estas actividades extraescolares, pero creo que tenemos que tener cuidado con cómo las programamos y organizamos para que estas cosas no se nos vayan de las manos.
No sé, ¿qué pensáis?