El viernes al fin fui al médico.
No me quedó más remedio, porque el jueves mis compañeros me enviaron a casa a media mañana. No estaba en condiciones de trabajar.
Mi otorrino es un tanto especial. Un médico que no confía demasiado en la medicina tradicional. Prefiere mandarte cualquier remedio casero, o hierbas, homeopatía, lo que sea, antes que recetarte un jarabe.
Aún así, confío ciegamente en él. Os contaré que me diagnosticó una parálisis facial dos días antes de que yo me notara nada, durante mi primer embarazo. Y me recetó hacer yoga la primera vez que le dije que estaba quedándome sorda. Y las dos veces acertó.
La consulta fue así:
- A ver qué te pasa esta vez (desde hace más de diez años, voy cada cierto tiempo a decirle que me estoy quedando sorda).
- Estoy mareada. Creo que tengo vértigos.
- ¿Mareada o con vértigo?
- Pues no sé.
- ¿Qué te pasa? ¿Tienes la sensación de que subes un puerto, se te taponan los oídos...?
- Sí, eso es, pero es que paso un puerto toooodos los días...dos veces...
(risas)
- Ya, bueno... A ver... Te voy a hacer una prueba. Ponte ahí de pie, estira los brazos hacia delante, cierra los ojos y vas a estar un rato andando sin moverte del sitio. Cuando te diga, paras.
Después de unos cuantos pasos, cuando abro los ojos de nuevo, me había recorrido gran parte de la consulta del buen hombre, que había ido retirando las sillas a mi paso.
(más risas)
- Pues va a ser que sí, que tienes vértigo.
(aún más risas)
- Mira, esto va tardar bastante en pasarse, tanto si te mando medicinas como si no, así que no te las voy a mandar.
Me explicó unos ejercicios, tumbada, y sentada, y me recetó unas pastillas de homeopatía. Y a correr.
Antes de marcharme, le pregunté:
- ¿Puedo conducir?
- ¿Tú crees que puedes conducir?
- Sí.
- Entonces es que estás bien para conducir.
Sí, así es mi otorrino.
(estos días estoy como estos gatitos, un poquito desequilibrada...)